Margarita Xirgu, Raquel Meller y la llegada del cine
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Raquel Meller |
En nuestras dos últimas clases del curso, Ser actriz en el Madrid teatral hemos abordado las dos grandes actrices a caballo entre las tablas y el cine: Margarita Xirgu y Raquel Meller.
Su predecesora, María Guerrero había pasado el testigo como gran dama de la escena teatral sin haber protagonizado una película.
En cierta manera, María Guerrero, Margarita Xirgu y Raquel Meller son el canto de cisne del Teatro como principal entretenimiento del gran público. Muy pronto el cine descargaría al teatro del puro entretenimiento. Al igual que después, hizo la televisión con la gran pantalla.
Meller conoció las enormes colas en los cines de la Gran Vía de Madrid para ver a Sara Montiel en el film, El último cuplé, un género en el que ella comenzó sus actuaciones y que fue olvidado en 1940 para ser rescatado, a través de un programa de Radio Madrid "Aquellos tiempos del cuplé", en 1950. Pero sus días como estrella habían quedado atrás.
Margarita Xirgu y Raquel Meller procedían de familias muy humildes, sus padres eran operarios de fábrica pero en el caso de Xirgu, su padre organizaba tertulias de lectura en casa para los compañeros analfabetos y participaba en el teatro popular obrero de la Barcelona de principio de siglo.
En este ambiente, la vocación de la actriz que según ella misma afirmó comenzó a los cinco años, pudo fructificar hasta alcanzar la gran actriz teatral que renovó el teatro en lengua española no sólo en España, también los países hispanoamericanos en los que finalmente se asentó.
En cambio, Raquel Meller, criada por una tía monja, quizá para echar una mano en la crianza de tantos hijos en la gran familia numerosa en la que nació, no encontró en su padre el apoyo que debía haber tenido. Cuando se enteró que ella y su hermana cantaban en el Paralelo las expulsó de casa.
En esta estupenda conferencia en homenaje a Margarita Xirgu, en apenas diez minutos, se resume el ambiente teatral en lengua catalana de principios del siglo XX en la que se forjaron sus primeros años de actuación. Ella no tuvo formación alguna, todo lo aprendió sobre las tablas.
Margarita Xirgu interpretó en la temporada 1911-1912, cincuenta obras porque como afirmó su biógrafa, Antonia Rodrigo, la entrega al teatro de una actriz como ella era su tiempo, total.
Cuando Xirgu abandonó Barcelona lo hizo por una buena razón, el empresario Faustino Da Rosa le propuso hacer giras por los teatros de varias ciudades de Hispanoamérica. Ella que cobraba 40 pesetas al día, exigió para irse, encargar sus trajes en París, decorados nuevos en cada obra, viajar en primera y alojarse en los mejores hoteles junto a su compañía de actores. A cambio, aprendió español en un año y preparó 20 roles.
Su éxito fue triunfal y a su vuelta a España nunca volvió a su ciudad de origen ni al teatro en catalán, se convirtió en la dama principal de los teatros madrileños hasta la guerra civil.
Una de las curiosidades sobre Margarita Xirgu fue que se negó a llevar obras de Benito Pérez Galdós en sus giras. Los dramaturgos tenían en las actrices la mejor manera de alcanzar a los públicos de Argentina, Chile o Cuba pero dependían de que a ellas les parecieran apropiadas.
En cuanto al poeta García Lorca, si bien intentó hacer que Xirgu leyera su obra, Mariana Pineda, lo logró tras varios intentos fallidos, y sólo a través del hermano de la actriz. Ella recibía decenas de propuestas y es probable que no tuviera tiempo de atenderlas todas. A partir de entonces, la relación profesional de ambos fue también de amistad y mutua admiración.
La cronología de la última vez que Margarita Xirgu y Federico García Lorca se vieron sorprende por el escaso tiempo en el que las vidas y los destinos pueden ser diferentes.
Antes de emprender su 4ª Gira Hispanoamérica, recibe un homenaje, el 26 enero de 1936, en Bilbao. Ambos se encuentran allí. El 29 de enero, de manera precipitada e inesperada, Lorca se va a Madrid. El 31 de enero de 1936, Margarita embarca en Santander para ir a Cuba. El 7 de abril, él escribe un telegrama, que irá a Nueva York y luego a Méjico en donde ambos se encontrarán. El 18 de agosto de 1936, Lorca fue fusilado. Ella nunca volvió a España.
El legado de Margarita Xirgu en su exilio fue una ventana al futuro: estrenó obras que en Europa ya eran imprescindibles y ayudó a que el teatro evolucionara en sitios donde la vanguardia apenas existía. Por citar algunos de los puestos que ocupó y su gran legado, de 1949 a 1957 fue Directora de la Escuela Municipal de Arte Dramático de Montevideo, fundó una escuela particular de Arte Dramático en el Teatro Municipal de Santiago de Chile y en 1942 Organizó el Teatro experimental de la Universidad de Chile.
En lo que se refiere a Raquel Meller, con quien hemos cerrado nuestro curso, su trayectoria es digna de la gran biografía que aún está por escribir.
Creciendo en un ambiente de "pistolerismo", como explicó un alumno en clase, expulsada de casa por su padre, junto a su hermana que también cantaba en locales ínfimos y de mala fama en el Paralelo de Barcelona; es muy probable que esto contribuyera, desde su adolescencia, a la firmeza de carácter que siempre tuvo.
Se especula si en este tiempo dio a luz un hijo y también que quizá el apellido de uno de sus amantes sea el que ella adaptó como Meller.
Raquel Meller acudía a las representaciones de sus compañeras cupletistas y sicalípticas para aprender de ellas y se sabe que le impresionó la interpretación de La Goya y a partir de entonces, dio un paso más en la teatralización del cuplé. Se referirían a ella como, el alma que canta.
Qué gran actriz, llegaron a decir, se perdió el teatro de su tiempo. Varias razones podrían explicar esto, si Margarita Xirgu cobraba 40 pesetas diarias, La Goya cobraba 100. No es de extrañar que las actrices prefirieran, antes que nada, todo el protagonismo sobre el escenario y muy bien pagado.
En 1919 se casó con el escritor y periodista guatemalteco, Enrique Gómez Carrillo aunque su matrimonio apenas duró unos años.
Raquel Meller interpretó varias películas con gran éxito, Violetas imperiales en 1923 y Carmen en 1926, entre otras. Ella siempre intentó un gran reconocimiento en el teatro y también lo consiguió. Fue, como afirmó, Sara Bernhardt, "una genio".
Afincada en París, coleccionista de arte, con numerosas propiedades, incluido un piano que perteneció a Mozart, sólo una oferta descomunal, 100mil dólares, logró que hiciera una gira por Estados Unidos en 1926. Sus condiciones superaron las de Xirgu: viajar en primera ella y su servicio, y también sus perros. Disponer de vagones de tren en exclusiva. Cuando se despidió en el Teatro Empire del público, en Nueva York, el telón se alzó más de veinte veces y hubo que apagar la luz para desalojar el patio de butacas.
En Estados Unidos conoció a Chaplin que utilizó, sin permiso, el cuplé La Violetera en su película y fue demandado por ello. Chaplin tuvo que indemnizar a José Padilla, el autor, por plagio. Raquel Meller no protagonizó a Josefina en la película Bonaparte que el cómico le propuso. Quería volver a Europa, a sus proyectos teatrales parisinos.
La decadencia de la actriz, que siempre trató de manera desabrida a sus compañeras de profesión, ha hecho pensar si padeció algún tipo de depresión o senilidad. Sin embargo, es conmovedor cómo sus amigos la rodearon, cuidaron e intentaron que llevara mejor sus últimos años, escribiendo sobre ella, proponiéndola actuar de nuevo en un espectáculo musical e incluso, rodando una película.
Según se afirma, en el hospital, cuando fue ingresada, recibía más de 200 llamadas diarias de sus amistades y conocidos interesándose por ella.
Raquel Meller falleció a los 74 años y reposa en el cementerio de Montjuïc (Barcelona).
Ser actriz en el Madrid Teatral- Del 7 de octubre al 3 de febrero.
Profesora, Maribel Orgaz
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